Julia Malye: “Quise abordar el colonialismo desde la intimidad doméstica de las mujeres”

Julia Malye (París, 1994) es un caso singular de escritora bilingüe, en inglés y francés, un talento precoz pulido en universidades estadounidenses. Su novela Luisiana, superventas en Francia, se ha publicado ahora en castellano (Salamandra) y catalán (Les noies de Louisiana, Grup 62). El relato se inspira en un hecho real poco conocido, el viaje a América del Norte de noventa internas de la Salpêtriere (hospital, cárcel, reformatorio y orfanato de París), en 1720. El objetivo era casarlas con colonos para que tuvieran hijos y ayudasen a expandir la presencia francesa. Bayle, que enseña escritura de ficción en Sciences Po, trabajó ocho años en el proyecto, donde consiguió trenzar una atractiva narración, multidimensional y muy rica en descripciones, en la que explora el universo femenino en unas circunstancias muy duras, la relación con las tribus autóctonas y la realidad de la esclavitud. Una parte de la versión francesa la escribió en Vil·la Joana, en Vallvidrera, durante una beca como residente.
Estudios para ser autora En la universidad se aprende a reescribir.Es imposible escribir una novela sin reescribirla”Usted estudió escritura creativa. ¿Eso le ayudó o le complicó su trabajo?
Me ayudó, seguro. Cuando llegué a Oregón e hice un máster de escritura creativa ya había publicado dos libros y estaba acabando la tercera novela. Aquí en Francia la gente piensa que no se puede enseñar la escritura. A mí me parece una enorme tontería porque todas las otras artes se enseñan. Creen que al escritor le tiene que caer la inspiración sobre la cabeza. A mí me molesta porque da una imagen muy diferente de lo que es este oficio. En realidad es mucho trabajo y algunas intuiciones. Por eso hice un montón de versiones diferentes, hasta 15.
¿Por qué tantas? ¿No estaba satisfecha? ¿Iba perfeccionando?
Sí, un poco de todo. Escribí este libro primero en inglés. Envié el texto a agentes estadounidenses. Sus sugerencias me ayudaron mucho. En la primera versión había diez personajes. Me dijeron que había demasiados, que había que eliminar.
¿O sea, que a ser escritor se aprende también en la universidad, de modo académico? ¿No solo es talento e inspiración?
Se aprende a reescribir. Creo que la escritura empieza cuando reescribes. Me parece imposible escribir una novela sin reescribirla. Es un trabajo de elegir lo que se queda y lo que se quita. Los cursos de escritura dan algo que es muy difícil encontrar en la vida, el tiempo para escribir y un público muy atento de escritores y escritoras que pueden ayudarte.
Tiene un estilo muy periodístico, con muchas descripciones, mucho detalle de la naturaleza, del tiempo atmosférico.
Mi padre es periodista. Creo que necesito visualizar dónde estoy, las sensaciones, lo que se ve, lo que se oye. Son como puentes directos entre el siglo XXI y el siglo XVIII, en este caso. Fue muy importante para mí buscar este tipo de detalles. Los encontré cuando viajé a Nueva Orleans y cuando leí testimonios. Es difícil encontrar detalles sobre la rutina, las cosas muy pequeñas de la vida que la historia ignora.
Es una novela sobre el colonialismo. ¿Cómo quiso abordarlo?
Quise escribir sobre esta época pero cambiando la perspectiva, sobre todo desde la perspectiva de las mujeres. Se han escrito muchos relatos sobre el colonialismo, en el siglo XIX y XX, con el punto de vista de protagonistas masculinos. Eran libros de aventuras, pero no lo son. Es horrible lo que pasa. Escribir de las mujeres quería decir escribir sobre un espacio muy diferente, lo que pasa de puertas adentro, la intimidad del espacio doméstico.
Leyendo este libro se diría que las mujeres, al menos en Occidente, nunca han vivido mejor que hoy en día. ¿Está de acuerdo?
Ja, ja, sí, pero la lucha continúa. Los derechos siempre están en peligro.
Los maridos que salen en la novela no son muy malos, salvo uno, que pega a la esposa. Son bastante buenos y razonables para aquella época.
Sí, era muy importante para mí porque este libro es sobre mujeres, pero también quería poner protagonistas masculinos con matices, que tienen zonas grises. Creo que es en esa zona gris que se juega la escritura y la literatura. Seguro que algunas de estas mujeres se casaron con hombres malos. No había amor, pero era una manera de sobrevivir juntos en un territorio hostil. Quizás algunas se enamoraron. Todo es posible. Era una trampa describir a todos esos personajes masculinos como violentos.
Hay una presencia constante, de la enfermedad. ¿Quiso subrayar la dureza de la época?
La enfermedad es algo más que los colonos no controlaban en ese territorio. Y es algo que entraba en ese espacio doméstico. Cuando se escribe sobre mujeres, el cuerpo es un tema omnipresente.
¿Se refiere a los partos?
Sí, en el cuerpo de la mujer hay algo muy cíclico. Te llama la atención constantemente. Eso y el hecho de no poder ser madre, como en el caso de Charlotte. Su misión era dar hijos a la colonia y se pregunta quién es ella si el rol que le atribuye la sociedad no es capaz de cumplirlo. La maternidad es uno de los temas que trasciende los siglos y los géneros.
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